siete hijos millonariosSalí de casa con cámara en manos pasada la una de la tarde. Caminé por Vía Julia en Nou Barris, mi barrio, y me pareció un día normal. Estaba el mismo señor que da semillas a las palomas en una de las bancas dentro del parque. Perros corriendo en la zona de la fuente, niños en sus triciclos, otros jugando futbol, el mismo vagabundo afuera del cajero automático de la esquina y los choferes de taxis esperando clientes bajo la sombra de los árboles. Una normalidad que duraría poco en un jueves 11 de septiembre, el Día Nacional de Cataluña, la Diada De I´Onze de Setembre, mejor conocida como la Diada.
Busqué el bicing más cercano para bajar hacia el centro de la ciudad pero no había ninguna bicicleta disponible. Caminé unos diez minutos más hasta la próxima estación y entonces sí, ya montada en la bicicleta bajé con sentido a la Avinguda Meridiana. Una amplía vialidad que no se compara con la mayoría de las calles estrechas de la ciudad y que de pronto, me dejó ver poco a poco y cada vez más, la fuerza de dos colores que vestían a casi todo el que circulaba por las calles. Grupos de amigos y de familias completas vestidos de amarillo o de rojo o de los dos.
Caras pintadas, brazos pintados, pañuelos, camisetas, gorros, sombreros y abanicos. Todos con los colores de la bandera tradicional de los Reyes de la Corona de Aragón que se usaba como expresión de soberanía y que hoy, es la bandera del movimiento catalán. Un movimiento que a raíz de la crisis económica, ha agudizado una identidad que le da la espalda a España. Este es el tercer año consecutivo que Cataluña sale a las calles con un objetivo: Una consulta, el 9N, la independencia.
Dejé la bicicleta en la Plaça de les Glóries para continuar a pie y adentrarme a la concentración convocada por La Assemblea Nacional Catalana, una asociación creada en 2013 con el fin de alcanzar la independencia política de Cataluña y Ómnium Cultural, organismo civil político con los mismos fines pero fundado desde 1961, ambos, invitaron a participar a la población para formar una “V” entre dos de las calles más emblemáticas de la ciudad: la Avinguda Diagonal y la Gran Vía de les Corts Catalanes. Una “V” que simboliza victoria, votar y vía catalana, todo ello con el lema: “Ara és I´hora. Units per un país nou” es decir,”Ahora es la hora. Unidos por un país nuevo”.
Para las dos de la tarde y mientras avanzaba con sentido a la Gran Vía de les Corts Catalanes, recordé que en todo el país, la hora de la comida es sagrada y puntual. Para donde mirara la escena era de almuerzo, cualquier sitio con sombra era perfecto para sacar los bocatas y los toopers y así dar tiempo a que se sumaran más ciudadanos a la concentración. El jardín enfrente del Teatro Nacional de Cataluña era un ejemplo, grupos completos comiendo reunidos alrededor de la comida, algunos cantando, otros sacándose fotos; era una fiesta que gritaba unión por una identidad.
Seguí y así llegué a la Plaça Tetuán, justo en el cruce de la Gran Vía con el Passeig de Sant Joan. Parecía un día depicknic en la plaza, algunos comiendo, niños en los juegos, algunas chicas tomándose fotos en grupos, algunos chicos se escribían independencia en los brazos y banderas; siempre las banderas cargadas con mucho orgulloso, la miraban ondear por el viento y la extendían, la miraban.
Bajé con dirección al Arco del Triunfo para saber qué estaba pasando por allá. En el camino, me distrajo un autobús estacionado en la esquina, tenía a la gente concentrada y haciendo fila para fotografiarse con el. Al acercarme me di cuenta que la fila sí era para tomarse la foto con el autobús, pero sobre todo con el cartel:“Próxima parada: Independencia 2014”.
Eso es lo que quieren, fue lo que gritaron, lo que decían sus camisetas, sus pancartas. “Cataluña no es España”, “Independencia”. Si bien se trataba de una concentración para presionar por una consulta ciudadana que arrojaría el deseo o no de los catalanes por independizarse de España, el 9N, que es considerado por el gobierno español como un acto anticonstitucional, y por lo tanto irrealizable, la Diada no sólo pedía urnas, exigía independencia. Fue la fiesta por la independencia de un país que no consideran sea suyo. Los rostros de la gente con el cartel “Próxima parada: Independencia 2014” reflejaban orgullo, deseo; estaban ansiosos por tomarse esa foto. No sólo pelean un derecho a que se pregunte, quieren dar el siguiente paso.
Continúe el camino por el Passeig de Sant Joan y desde lejos visualicé una enorme, enorme bandera catalana. Mientras llegaba al Arco del Triunfo, los bares se dejaban ver saturados. Gente sentada, gente pasando, gente parada, gente esperando, gente tomándose fotos, gente, gente y más gente. Las bancas y los jardines ocupados, cada vez era más difícil caminar por la acera. Todos con sus camisetas, con sus banderas, esperando la hora de poder estar en el punto que les correspondía (la organización buscó ubicar a los participantes en diferentes puntos para garantizar la visibilidad de la “V”) para gritarle al mundo que su bandera si es roja y amarilla pero tiene cuatro barras.
Al llegar al Arco del Triunfo, todo ese patriotismo me confundió con consumismo: tazas, pulseras, collares, camisetas, pantuflas, forros para la computadora, para el celular, patinetas, cascos para la moto, ropa de bebé, tapetes para la casa, porta retratos, manteles para la mesa, para comer, calcetines, un sinfín de artículos que la mayoría utilizaba una palabra como marca: Independencia.
La policía poco se dejó ver. Recuerdo a unas camionetas estacionadas en una de las calles, algunos policías intentando pasar desapercibidos sin uniforme pero notoriamente identificables, otros con su uniforme circulando en vehículos no oficiales. También en las calles aledañas, al menos una docena de autobuses que trasladaron a gente de otras partes de Cataluña a Barcelona, una ciudad en la que viven poco más de un millón y medio de personas y que se suman a los más de siete millones y medio de la comunidad autónoma catalana.
Regresé a Plaza Tetuán y ya eran casi las cuatro de la tarde. Más gente, más concentración, más calor y también más fervor. Quienes iban llegando por el metro, salían diciendo: – Ala, que bonic, quina emoció, quina xulada -. Caminé por gran parte de Gran Vía y estaba claro su objetivo. Pasé por las calles de Girona, Bruc, Pau Claris, Passeig de Grácia, Rambla Catalunya, Balmes, Aribaú, Universitat, Casanova y llegué hasta Urgell y en todas escuché el grito de independencia, había pasión por una bandera. Gran Vía y la Avenida Diagonal, vivían una fiesta, en orden, sin disturbios, sin enojo. Batucadas, silbatos, castellers, aplausos, cantos, silbidos, gritos que motivaban a otros gritos, ondeo de banderas y más ondeo de banderas.
Terminé cansada en la orilla de una calle tomando agua de una botella. Eran más de las seis de la tarde y la foto de la “V” estaba en su máxima expresión. Me perdí siendo testigo de tanto fervor pero también me perdí en preguntas: ¿Qué hay detrás de este deseo? ¿Nace por una mala economía nacional? ¿Cómo sería Cataluña fuera de España y de Europa? ¿No les importa el riesgo? ¿A qué costo serían independientes? De esto casi no se habla, casi no se lee en los medios, casi no se ve en las noticias. No veo más allá de una independencia que no asegura reducción del paro laboral, jubilación con menor edad, reducción de los servicios de transporte, de la luz que es carísima, de la eliminación de peajes que solo se cobran en Cataluña. ¿Entonces? ¿Dónde está el beneficio? ¿Para qué? ¿Todo esto es porque se consideran diferentes en identidad? ¿Entonces no es cuestión de economía?
¿Cuál es el principal motivo para la independencia? Fue la pregunta de Vice a los catalanes en esta concentración. Un 34% respondió que por razones económicas, un 30% considera que se trata de cultura o historia. ¿No será esto una buena y bien armada maniobra política que busca tener mayor control y por ende, mayor poder y riqueza para unos cuantos? Pero al mirar a mi alrededor, me parecería imposible pensar que tanta gente pudiera estar equivocada. Me quedé con esta idea unos minutos y luego recordé que Enrique Peña Nieto es presidente de México y la Gaviota primera dama, entonces volví a pensar que la lucha del poder por el poder, puede llegar muy lejos.
¿Y los españoles? ¿No tienen derecho a votar? ¿A votar por el que todavía es su territorio? ¿Deben decidir sólo los catalanes? ¿Podría ser ésta la forma de llegar a una nueva Cataluña al deseo de los catalanes? ¿Es posible? ¿A qué precio? ¿Dónde están los costos? ¿Entonces el Barça quedaría fuera de la liga española? Que por cierto, Josep María Bartomeu, presidente del Club Barcelona estuvo presente, al igual que el futbolista Gerard Piqué.
Tampoco parece escucharse la voz de los inmigrantes. ¿Qué pasaría con ellos? ¿Cómo serían sus leyes migratorias? Según el Instituto de Estadística de Cataluña la población de origen europeo representan cerca del 30% de los extranjeros. Los procedentes de América son el segundo grupo migratorio con un 29%, le siguen los de origen africano con un 27% y, la población asiática en un 12% del total. En conjunto se llevan el 15% del pastel de la población. ¿Qué pasará con ellos? Suman más de un millón de personas.
¿Y los catalanes que se consideran españoles? Según la Enquesta de Serveis Municipals 2013, la población de la Ciudad Condal se siente catalana y española en su mayoría. El porcentaje de quienes dicen sentirse únicamente catalanes alcanza un 18%, mientras que un 70.5% se consideran españoles y catalanes en diversos grados (un 6.9% se sienten españoles, un 6.1% más españoles que catalanes, el mayoritario 32.8% tan catalanes como españoles y el 24.7% más catalanes que españoles, pero españoles también). ¿Entonces? ¿Celebraron la Diada por su día nacional pero no por la independencia? ¿Dónde estaban sus banderas españolas?
En Tarragona, la Societat Civil organizó una marcha en la que asistieron unas 7,000 personas según los Mossos d’Esquadra. Se manifestaron en contra de la consulta soberanista del 9 de noviembre y para alzar la voz por una “reconciliación” bajo el lema: “Recuperem el seny, recuperem la senyera”, es decir, Recuperemos la sensatez, recuperemos la senyera. ¿Hay más como ellos?
Esta Diada es un hecho histórico para Cataluña y para España, empezando por esa increíble “V” y terminando por el firme deseo de formar una nación ajena a la que es hoy. El siguiente paso en esta historia se dará en los próximos días y hasta el 9 de noviembre de este 2014. Todo esto, en medio de un escándalo político en el que Jordi Pujol y Soley, político catalán que durante 23 años fue presidente de la Generalitat de Cataluña y, después fundador del partido político Convergència, está siendo investigado desde hace varios meses por corrupción, una corrupción de millones de euros guardado en paraísos fiscales, millones que comparte con sus siete hijos millonarios. Él mismo admitió no declarar “una herencia” durante sus 34 años de carrera política. Un caso que parecía iba a debilitar la#Diada2014 que ya no sólo se trataba de festejar el Día Nacional de Cataluña, pero no pareció ser así, aún cuando el actual presidente del gobierno catalán, Artur Mas, es el hijo político de Jordi Pujol y también es investigado por cargos similares. No entiendo nada.
Hola! Que interesante y complejo este tema, no?
Al leer tu texto, algunas frases me sacaron una sonrisa, no porque fueran graciosas sino porque me recuerdan a mi familia materna, de origen catalán. Por ejemplo, Cataluña no es España o la idea de que Cataluña lleva a España a sus espaldas. No tengo forma de saber si es cierto o no, ya que soy argentina y no vivo en España, por lo que tampoco tengo formada una opinión al respecto, pero es lo que oigo desde chica decir a mis mayores 🙂
Quizá suceda lo mismo que con Escocia, que la final votó por el no, pero igualmente esa decisión traerá cambios importantes.
Y por último, te cuento que el movimiento independentista tiene adherentes en Buenos Aires! Han hecho alguna marcha en el centro de la ciudad a favor de la independencia. Lo sé porque un primo de mi mamá participó de ella 🙂
Catalanes en Argentina, que interesante. Pues tengo un par de amigos de aquí, allá. Seguramente participaron.
También creo que ganaría el no. En mi rancho se dice: mucho bla bla bla y poco glu glu glu, es decir, hay presión social pero luego parece más un juego político que un deseo ciudadano y, aunque he intentado estar informada, hay mucha desinformación y mucha basura en la tele y en el radio y en las redes sociales. Muchos jóvenes que no tienen trabajo, que no están produciendo, que salieron de la uni y se quedaron estancados. Yo tengo 32 y me he sentido muy frustrada, no es fácil cuando no hay trabajo, entonces, pareciera que la salida es la independencia, pero eso, una que siento muy desinformada que tampoco garantiza que sea una mejora y que baila a un ritmo muy político y yo, en los políticos no confiaría tanto.
A ver que pasa…
Saludos, Ana.