Barcelona vivió una efervescencia artística entre 1885 y 1905 a modo de transición de siglo musicalizada de movimientos y cambios culturales. Así como se habla de un antes y un después de las olimpiadas de 1992, existió un antes y un después de la primera Exposición Universal de Barcelona en 1888, cuando la ciudad condal se abrió como flor en primavera y sus pétalos fueron la arquitectura.
Como impulso al renacer urbanístico de la ciudad, nació un concurso anual de edificios artísticos que en total, durante varios años, premió a más de sesenta inmuebles y locales que hoy son representativos de lo mejor de la arquitectura catalana. El primer edificio galardonado por el certamen anual fue la Casa Calvet, de Antoni Gaudí, y esa fue la primera casa de muchas que acabaría realizando el arquitecto para las familias burguesas, en las que encontró a sus principales mecenas.
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