Tijuana, Baja California Arlene Bayliss
Diario, México

Extrañar el norte de México cuando te vas

Extrañar para mí, en la mayoría de los casos, no es sufrir. Y desde que me empecé a mover empecé a extrañar el norte de México. Extrañar para valorar, para remover sensaciones y sentimientos y volverlos a sentir y recrearlos. Extrañar te hace reconocerte, identificarte, saberte más.

Y todos los años que tengo fuera de Tijuana, mi ciudad natal, me han hecho extrañar aquella tierra, mi tierra, pero al mismo tiempo me dejan verme en el espejo, todo aquello que está lejos y todo lo que traigo conmigo.

10 cosas que me hacen extrañar el norte de México

1. Los aguacates

Ustedes dirán que todo mexicano extraña el aguacate fuera de México, pero nosotros los norteños tenemos una relación especial con este delicioso fruto. ¡Le ponemos aguacate a todo! Y nos lo comemos sin andarle agregando ingredientes.

Incluso es común encontrar guacamoles que solo son aguacate machacado. Un norteño mexicano no conoce el lugar tan importante que ocupa el aguacate en su vida hasta que se encuentra lejos de casa, y que además descubre que es carísimo fuera de México. 

2. Hablar “normal”

Estudiando en Barcelona, una compañera me dice un día: ¿puedes no chillar? ¿No chillar? Gritar, me responde.

En la Ciudad de México nunca nadie me dijo nada parecido, pero yo no paraba de decir: ¿perdón?, ¿mande?, ¿cómo?… ¿Por qué todos hablan tan bajito y pausado?

Cuando los norteños nos emocionamos vamos subiendo el volumen de voz y terminamos hablando a gritos por exceso de enjundia. ¡Es pasión! Somos intensos y también con las palabrotas. Y es una característica que ya se ha convertido es un comportamiento consciente, porque ya debo o ya aprendí a modularme, a respetar el silencio ajeno o que no todo el vagón del metro tiene porque escuchar mi conversación. 

3. Decir un chingo de groserías juntas

Sin que nadie se asuste ni te tachen de soez o agresiva. Eso también se extraña porque así hablamos muchas norteñas que se juzgan peor por ser mujeres usando palabrotas. ¡Que nadie se ofenda, hombre! ¡Chingadamadre! ¡Me lleva la chingada! ¡Valiendo madre! ¡Su puta madre! ¡Como chingados …! !La mamada! ¡Cárgame la chingada! … y así. 

4. Tacos de asada

En todo México hay tacos y ya sabemos que los mexicanos fuera del país nos volvemos locos por unos buenos tacos. ¿Pero tacos de asada con un chingo de aguacate? ¡Arriba el norte! Y hablando de comida…

5. Los mariscos

Desde un molcajete retacado de camarones, ostiones, almejas, callo de hacha y pulpo en su salsa de aguachile —con medio aguacate encima y tostadas— hasta esos deliciosos tacos de camarones enchilados o unos clásicos de pescado estilo Ensenada. O qué tal unos taquitos dorados de marlin o unas tostadas de ceviche de pescado. O qué tal… ¡opciones nos sobran y nuestro estilo de comer mariscos es único! ¡No manches, qué feliz era y no lo sabía! 

6. La carne asada

Saca los carros del patio, súbele a la música y tú lánzate por las cosas mientras voy poniendo el carbón. Trae limones, aguacates, chiles, tomates, dos cebollas y otra para limpiar la parrilla. No se te olviden las cebollitas cambray.

Dile a tu abuela que se venga y que traiga el queso panela, a tu tío Charly pídele la carne, que él sabe dónde está buena y una salsa borracha o una verde… ¡Ah, y ponte a enfriar las cervezas!

Cuando viví en la Ciudad de México, ahí me ven haciendo carne asada en el sartén. 

7. La música

Ramón Ayala, Intocable, Los Tigres del Norte, Los Cadetes de Linares. Esta es la música que está en las carnes asadas, en algún momento de la piñata, cuando llegan por ti a tu casa tus amigos con la música a todo volumen, en las bodas, los XV años, el bautizo. La música norteña tuvo su origen en Baja California, Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Nuevo León, y después se extendió por todo México, pero mientras más te alejas del norte, menos se escucha. 

Ya no les digo acá en España, ¡no saben qué es la música norteña! Si les preguntas, creen que es la ranchera…¡chingadamadre! 

8. Jalapeños

En el norte te los ponen junto a los totopos, el pico de gallo, los limones y la sal. Si quieres más los pides y te traen más sin broncas. ¡Ahora resulta que esto es un lujo! En Estados Unidos pedir jalapeños es pedir una orden que te cobran y que termina siendo insuficiente y cara. Y en Europa, a menos que vayas a un restaurante mexicano, ¡no hay jalapeños!

Y olvídate de esa versión de nachos con jalapeños que te estás imaginando. ¡No existe! 

9. La cura, la carrilla, el cotorreo

En México hay muchos nortes. En mi pedazo de norte, que es Baja California, hay algo que nos define —o al menos así lo sentimos— y es la forma en que nos apapachamos: dándonos carrilla, agarrando cura, pasándola chilo y cotorreando tranquilón. 

Con los años me voy dando cuenta, y cada vez que voy a Tijuana (de visita) me doy cuenta que hay un chingo de expresiones que simplemente se guardaron en un cajón. 

10. El otro lado

Sí, también se extraña la cercanía de Estados Unidos. Los fronterizos crecemos en una dualidad compleja pero al mismo tiempo privilegiada. Mis excursiones en la primaria eran a Disneylandia y en la preparatoria tuve Grad Nite. Me conocí todos los atractivos del otro lado de la frontera: Seaworld, El Zoológico de San Diego, Magic Mountain, Legoland y Universal Studios Hollywood. Además, se extraña cruzar para pasear, hacer tus compras donde todo es más barato, visitar a los amigos y a la familia, ir a los juegos de los Padres de San Diego, de los Dodgers de Los Ángeles, al Día de la Tierra en Balboa Park, a los conciertos… Hasta el swap meet se extraña te vas lejos de casa. 

 

Deja un comentario