Vivía en Mexicali y por azares del destino me invitaron a trabajar en la Ciudad de México. En el mismo momento que me lo preguntaron respondí: ¡Sí!. No tenía nada pensar ni consultar ni pedir permiso. La sensación que me generó la pregunta me hizo ver la respuesta casi instantáneamente.
Mexicali era una experiencia importante en mi vida, cómo cerrarle la puerta a una de las ciudades más locas y extraordinarias del mundo. Me fui. Y vivir en la Ciudad de México fue un posgrado de vida. Pero también me fui de la ciudad y creo que la extrañaré siempre.
Después de vivir en la Ciudad de México: lo que más extrañas

Caminar: No se trata de recorrerla caminando —no tiene el tamaño para hacerlo—, pero todo el que ha vivido en la Ciudad de México sabe qué es un lugar con grandes oportunidades para caminar.
Sus barrios están llenos de pequeños rincones, banquetas delineadas por árboles, paseos peatonales con monumentos, fuentes y edificios monumentales. Cómo extraño dejarme llevar por los senderos de Paseo de la Reforma, el Centro Histórico, la Condesa, Chapultepec, la Roma, Coyoacán…
Claro que sí señito: Ese acento cantadito y ese diminutivo que aplican para todo… Sí señito, lo que guste… claro damita, tome asiento y ahorita la atendemos. El acento de los nativos de la Ciudad de México es inconfundible y muy diverso.
Y si eres del norte, vas a sentir que todos te hablan con mucho cariño. Aunque digas lo contrario y contra todo pronóstico, algo de ese acento —por lo menos una expresión— se te queda para siempre. ¡No, bueno! ¡Qué recuerdos!
Coyoacán es una experiencia. El mercado de artesanías, los churros, la plaza, la iglesia, la Casa Azul, las tostadas del mercado y hasta el olor a garnacha de las calles más concurridas.
Cuando vives en la Ciudad de México y luego te vas, Coyoacán deja huella por ser ese lugar al que le dedicaste tardes enteras de paseos sin rumbo. A solas, con compañía e incluso cuando se trata de pasear visitas, es un escenario especial en el que tendrás momentos muy especiales.
Conciertos, festivales y exposiciones de primer nivel: ¡Todo aquello que alguien dice que es chingón y se presenta en los lugares considerados como los más chingones del mundo, pasa por la Ciudad de México. Y cuando vives aquí te faltan fines de semana y ceros en la cuenta de banco para poder disfrutar de la cantidad de conciertos, festivales y eventos culturales y artísticos que produce la ciudad. ¡Es increíble la vida cultural!
Los tacos al pastor: No importa la parte de la ciudad en la que estés ni la hora ni el día de la semana. Siempre habrá unos tacos al pastor cerca de ti para salvarte de cualquier situación. Hambre cotidiana, hambre feroz o hambre de las cuatro de la mañana, los tacos al pastor siempre estarán ahí para ti.
¡Los tacos al pastor saben a Ciudad de México! ¿Cómo no extrañar eso?
El viene viene: No creo que exista otra ciudad en el país con tantos viene viene. Al principio lo tomé como un lujo de la gran ciudad, con eso de que te abren la puerta, te ayudan a descender y hasta te ofrecen servicio de limpieza para tu auto.
Claro que el hecho de tener que pagar por estacionarse en la calle le saca canas verdes a más de uno, pero cuando te vas… los extrañas porque siempre estaban ahí para echarte la mano. ¡Saludos a todos los viene viene!
La energía del estadio Azteca: Cada partido de fútbol es una experiencia, pero si me preguntas por un partido en el Estadio Azteca y uno en el Camp Nou del Barça, me quedo en el ¡Azteca! ¡Ambientazo nivel Dios!
La diversidad de comida mexicana: Con la variedad de comida típica que hay en la Ciudad de México es posible hacer un viaje culinario por todo el país sin tener que moverse. Cómo no extrañar los tlacoyos, los tacos de canasta y las tortas de chilaquiles. ¡Mi reino por unas gorditas de chicharrón prensado con requesón y salsa verde!
A tus amigos chilangos: Dirán muchas cosas de los capitalinos, pero tarde o temprano en la Ciudad de México te haces de amigos chilangos. Amigos cultos, trabajadores, que conocen la ciudad como nadie, que te llevan a lugares únicos, que te echan la mano aunque te tupan de carrilla por ser provinciano.
La Ciudad de México es su gente y cuando te vas de la ciudad también extrañas a los amigos que conociste e hiciste en uno de los lugares más increíbles del mundo.